Ya lo dijo Charles Chaplin: "la vida es una obra de teatro que no permite ensayos..."
Todos necesitamos el monóculo de la felicidad, las gafas de la alegría, las lentes de la compasión. Porque somos seres humanos, sociales por naturaleza. ¿Cómo es eso de ayudar desde el corazón?

sábado, 28 de marzo de 2015

Corazón extraño, deja de mandar.

Ella se sentó en el rincón, al lado de la puerta y lloró hasta bien entrada la madrugada. No tenía motivo aparente, pero le apetecía derramar algunas lágrimas en honor a Dios sabe qué. 
Y pensó en el tiempo; en su pasar incansable y el peso de las agujas del reloj sobre su vida. Lo tenía todo, pero se sentía vacía. Y es que estaba atada a sus pensamientos. 

Echaba de menos la tranquilidad mental, el sosiego mañanero y, ¿por qué no decirlo? la falta de responsabilidad. Necesitaba un descanso, merecido o no. 

Y, de pronto, sonrió. Se dio cuenta de que las agujas del reloj se habían parado en seco. Ya no hacían tic tac. Cogió su guitarra y puso un Sol menor a duras penas. Rasgueó con los dedos abajo, abajo, arriba, arriba, abajo y arriba. En bucle. Y dejó de mandar su corazón. Cogió las riendas de su vida en un instante fuera del tiempo que tanto la anclaba al suelo y sonó algo como esto:


Ya no sueña en grande. Ahora se permite un capricho onírico de vez en cuando, porque sabe que su vida es mejor que cualquier irrealidad dormida. 

Se ha acostumbrado a acostumbrarse. 
Y es mucho más feliz que antes. 

Isabel Dávila. 

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